miércoles, 17 de agosto de 2011

Los misterios de Santa Clara resplandecen a pesar del tiempo

Tras 415 años el Monasterio de Santa Clara, uno de los conventos más antiguos del Centro Histórico de Quito, devela sus misterios y secretos a través de la exposición denominada “El esplendor del  Barroco Quiteño”.
Es la primera vez que este recinto religioso, que fue fundado en 1596, abre sus puertas al mundo exterior como festejo al conmemorarse 800 años del nacimiento de la orden de las Hermanas Clarisas.  Solo en el Ecuador hay 22 monasterios pertenecientes a esta orden.

Uno de los tres patios del convento de Santa Clara

Trabajo, oración y estudio
En la actualidad, el monasterio alberga a 18 monjas y una novicia que practican una vida sencilla en base a cuatro fundamentos religiosos: trabajo, oración, estudio y fraternidad. La hermana Gabriela Cuenca, encargada de la panadería, señala que cada una de las religiosas tiene una misión y responsabilidad que cumplir. “Para entrar en la orden lo primordial es sentir la vocación y el llamado del Señor”, agregó.
Otras actividades que realizan las Hermanas Clarisas para su sustento es  la elaboración de cremas, jarabes naturales, vino de consagrar, pasteles, empanadas y pan que luego son vendidos. Estos menesteres son supervisados por la abadesa María Lucila del Sagrado Corazón de Jesús, quien lidera la orden desde hace nueve años.

La hermana Clara Elisa habla de su experiencia como monja externa. Al momento es la única de las hermanas que tiene contacto con el mundo exterior.


Un poco de historia y leyendas…

 El monasterio de Santa Clara ocupa casi una manzana en el centro de la capital. Funciona sobre lo que fueron tres  casas coloniales, ubicadas al sur de San Francisco. Los historiadores datan que las niñas criollas ingresaban al convento con un sequito de criadas. Por ello la edificación era tan amplia.


El monasterio se ubica en las calles Cuenca y Rocafuerte


Las gruesas paredes aún guardan prodigios como el que ocurrió en la capilla de la Virgen del Amparo en el siglo XVIII. La guía turística Mónica Azuero relata que mientras las hermanas rezaban  la novena en la capilla notaron que aparecían manchas extrañas en la pared, al acercarse para limpiarlas hallaron la imagen de la Virgen. Hoy se la conoce como Nuestra Madre del Amparo. La imagen fue retocada y colocada en un cuadro que adorna el altar de la capilla.


Otra de las leyendas cuenta que una novicia fue llamada a confesarse antes de la hora acostumbrada. Mientras reconocía sus pecados, el “sacerdote” le preguntó por qué no prefería los placeres de la vida mundana. Sin embargo a la hora fijada para la confesión colectiva, el sacerdote y las hermanas descubrieron que de los confesionarios salía un olor a azufre y comprendieron que allí habitaba Satanás. Desde ese entonces los confesionarios permanecen cerrados.


El arte barroco en toda su expresión
La muestra “El Esplendor del Barroco Quiteño” desplegada en los pasillos del monasterio cuenta con 60 obras entre pinturas, esculturas y objetos rituales de varios museos.
Las obras datan de los siglos XVII, XVIII y XIX y se basan en la evangelización, la Inmaculada, arte religioso colonial, indígena y quiteño. Las piezas son de autoría de artistas como: Bernardo de Legarda, Caspicara, Miguel de Santiago, entre otros.


Escultura de La Pastora


Escultura del Sufrimiento de María





Frontal de plata con símbolo mariano



Un hito en la literatura 

Investigadores de la Universidad de Salta, Argentina analizan la primera obra de literatura mística de América Latina. Se trata de “La Perla Mística Escondida en la Concha de la Humildad” que se le atribuye a Sor Gertrudis de San Idelfonso, religiosa que vivió entre 1652 y 1709 en el monasterio de Santa Clara. La obra está compuesta por 1800 páginas y tres volúmenes.





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